miércoles, 26 de octubre de 2016

PRIMERA FERIA DEL LIBRO AUTOGESTIONADA “LEER NO CUESTA NADA”






Gatojurel ediciones organiza su primera feria del libroautogestionado llamada  
“leer no cuesta nada” , dónde invita a todas las editoriales independientes a participar de esta iniciativa.


Solicita las bases en gatosjureles@gmail.com

miércoles, 19 de octubre de 2016

Miércoles Negro



Carta de Matías Pérez por su hermana Lucía (la joven brutalmente asesinada en Argentina):

La verdad, me hubiera gustado poder ilustrar esta carta con alguna foto mía, riendo junto a mi hermana. O con una foto suya, abrazada por mis viejos. Pero no, no podemos, ni siquiera eso podemos, porque mientras intentamos procesar que la mataron y cómo la mataron, estamos obligados a procesar las amenazas de muerte que caen sobre todos nosotros.

¿Cómo era Lucía? Como el arte, como el rock, como el amor a los animales. Ahí, en cada estrofa de Viejas Locas, en cada pogo ricotero y en cada abrazo a una mascota abandonada, la van a poder encontrar siempre, sonriendo, mimando a su perro y tirando buena onda para todos lados, por las dudas.

Vivía tranquila, sin salir mucho de casa, hasta ese maldito sábado, 8 de octubre. Pasaron a buscarla cerca de las 10, cuando papá ya se había ido a su laburo. Y a las 15, cuando mi mamá llegó de trabajar, encontró el Facebook abierto en su computadora, junto al equipo de mate, porque sí, Lucía creía que iba a volver inmediatamente a su casa… Se la llevaron engañada.

A las 18, una amiga me avisó que debíamos ir a la comisaría, porque mi hermana había sufrido un accidente. Nunca podría haber imaginado lo que me esperaba. Al llegar, con mi mamá, la oficial que nos atendió no sabía qué decirnos, de modo que permanecimos diez eternos minutos en la oficina del comisario, hasta que nos dieron la noticia. Y se nos cayó el mundo. Pedí reconocer el cuerpo, pero se negaron. Me rehusé a irme e insistí incansablemente, hasta que pude verlo: estaba en una camilla, con los ojitos entreabiertos, como acostumbraba a dormir.

Matías Farías, Juan Pablo Offidani y Alejandro Maciel, los tres sospechosos, hoy están detenidos. Pero no nos alcanza: queremos justicia en serio, que se investiguen todas las causas en las que están involucrados y que cada persona con información pueda ir a la Fiscalía para aportarla. Necesitamos apoyo, sin importar de quién, porque este caso nos compete a todos y no pertenece a ningún sector partidario: se trata de una chica, mi hermana, que murió de una forma horrenda.

Y debemos ser conscientes, sí, porque esta vez le tocó a Lucía sufrir esa bestial violencia de género, pero la próxima te puede pasar a vos, o a la persona que más amás en el mundo. Hay que tomar fuerzas y salir a las calles, para gritar todos juntos, ahora más que nunca: “Ni una menos”.

Sólo así, evitaremos que maten a miles de Lucías más.

Y sólo así podremos cerrar sus ojos, para verla descansar en paz.            


LO SIENTO, pero NO se trata de Ti




(pirateado de twitter)

miércoles, 5 de octubre de 2016

LA ANCIANA


La señora Mercedes vive en el llamado casco antiguo del centro de Santiago. Cuando tiene que salir a hacer algún trámite lejos de su casa, toma una micro o el metro. En los buses de la locomoción colectiva, casi no puede sentarse, ya que los asientos son muy altos. A veces prefiere el metro y anda buscando algún ascensor o escalera mecánica, debido a que se cansa bajando o subiendo tantos peldaños. Una vez en los vagones, anda esquivando a los lindos (y lindas) que se echan en el suelo, para no tropezarse con sus largas piernas en el medio del paso de la gente. Y no es raro que se deba conformar con viajar de pie, pues son pocos los que le dan el asiento, o respetan los puestos reservados para minusválidos, embarazadas y viejos. No falta el que duerme o se hace el dormido, el estudiante sin ninguna empatía por los demás, y la solidaridad de género de las mujeres más jóvenes que brilla… por su ausencia. Cuando anda por la vereda, debe esquivar, con su paso lento, a los ciclistas y skaters que le pasan rozando, teniendo más de alguna caída en la memoria y en sus huesos. Siempre recuerda la ocasión en que pasó sin darse cuenta por una vía exclusiva, demarcada dentro de la vereda para las bicicletas, y una muchacha le echó la bicicleta encima y se detuvo para discutir violentamente con ella. Un hombre se metió en la pelea, preguntándole a la exaltada señorita en que universidad estudiaba, y como podía ser tan tarada como para discutir así con una señora mayor.

Y cuando no anda esquivando vehículos en las aceras, debe lidiar con hoyos y adoquines en mal estado, como el resto de las personas. Se entretiene mirando los mensajes garabateados en las paredes de la ciudad. Algunos, frases y letras y nombres ininteligibles. Pero ocasionalmente aparece una consigna política que le gusta, o algún hermoso dibujo, perdido entre el gris urbano y la basura visual.

Cuando llega a su casa, o cuando está todo el día en ella porque  no hay ningún trámite que la motive a salir, pasa mucho tiempo sola. Su hijo la visita tarde, mal y nunca. Le regaló un computador, pero ella no tiene idea de cómo usarlo. A veces, su nieta le enseña a ver correos electrónicos o videos de moda, pero como la mayoría de la gente que conoce, no le tiene mucha paciencia. En varias oportunidades le han hecho un e-mail, pero se complica mucho con el asunto y los deja de utilizar. Pasa horas y horas frente al televisor, la caja idiota donde en ocasiones algún spot de gobierno o alguna autoridad señala que somos un país que está envejeciendo, siendo necesario preocuparse de los adultos mayores, todo dicho con la jerga típica de los funcionarios públicos. Y luego, en el mismo canal donde los periodistas seriamente asentían frente a la importancia de respetar a los abuelos, dan un programa de farándula o un reality en el que cada diez minutos utilizan como insulto y muletilla la expresión vieja culiá o viejos culiaos, lo que provoca la risa de los miserables opinólogos y faranduleros.

En las noches, no se acuesta muy tarde. Ya está en la cama antes de las 10 de la noche. Y como está un poquito sorda, se salva de escuchar el jolgorio de unos vecinos en un edificio nuevo levantado en la esquina, lleno de departamentos comprados por profesionales jóvenes que llegaron a esa propiedad porque les vendieron el humo de la vida barrial tradicional y en comunidad, comunidad por la que no tienen ningún respeto. Pero sus sandeces y risas tienen sin cuidado a la señora Mercedes, ya que la leve sordera le da la paz de no escuchar tanta estupidez hasta bien entrada la madrugada.

Y vuelta a otro amanecer más, otro día más en la ciudad de la guerra de mediana intensidad de todos contra todos.


Este no es país para los viejos.   


Miguel Acevedo  
                   

The outsider

Por lo menos en cuatro ocasiones, estuvo a punto de ser publicado por editoriales profesionales un libro de cuentos de Lovecraft durante su ...