domingo, 30 de enero de 2011

El cine de terror en los años 60


(Este artículo lo escribí hace años para un número especial de una revista electrónica sobre los 60, que nunca se materializó... igual fue publicado en bblogzine.blogspot.com.)


La década de 1960 fue muy importante para un género cinematográfico amado por muchos, pero considerado inferior por la crítica especializada "culta": me refiero al cine de terror. En esos años los films de horror alcanzaron lo que podríamos llamar la madurez, ya que la trama y los finales se vuelven muy inquietantes, dejando de lado el happy end totalmente anticlimax de las cintas terroríficas de los años 50 (citemos un solo ejemplo, la soberbia versión original de " La Mosca" con Vincent Price, que luego de mostrarnos el dramático final del científico protagonista, culminaba con una secuencia de alegría familiar casi infantil...). Los 60 se abren nada menos que con una de las mejores cintas de Alfred Hitchcock: "Psicosis", una de las cimas del subgénero de los asesinos dementes seriales, protagonizada por Anthony Perkins y de una potencia visual y dramática sólo comparable a las mejores películas de su director, "Vértigo", "Los Pájaros" y "Rebeca". No hay que olvidar que "Psicosis" está basada en una novela de Robert Bloch, uno de los mejores autores de cuentos de terror del estilo pulp, y quien fue amigo epistolar de Lovecraft en su adolescencia. Pero los horrores y la diversión en base al estremecimiento recién comenzaban, luego vendrían cintas de la potencia de "Arde, Bruja, Arde", basada en una novela de Fritz Leiber, o la otra cumbre del terror fantástico de esos tiempos: la ya nombrada "Los Pájaros", joya con efectos visuales de Albert Whitlock y que tiene una patética "segunda parte" que no se debería ni recordar.

Pero no todo se realizaba en los países anglosajones. Desde Italia apareció "La Máscara del Demonio", también conocida como "Domingo Negro", del maestro del cine terrorífico italiano, Mario Bava, quien inspiró a seguidores actuales como el director Darío Argento. Bava también nos regaló en esos años su cinta "Los Vampiros del Espacio", del raro subgénero de los no-muertos espaciales, el que tiene una de sus cumbres en la bizarra película de 1985 "Lifeforce", dirigida por Tobe Hooper.

Una cosa a destacar en los años 60 es la aparición de pequeñas productoras que se dedicaron casi por completo al género, y una de las más importantes es la inglesa Hammer, donde se cocinaron algunos de los mejores platos de la década. La Hammer ya venía aterrorizando al público desde los 50, con los inicios de la saga del Conde Drácula o del doctor Frankenstein, las que tenían una carga de violencia gráfica y erotismo ausente en las cintas clásicas de la Universal sobre estos monstruos. En esta productora comenzaron a descollar como actores de terror los talentosos Peter Cushing y Christopher Lee. Y también debemos mencionar las cintas sobre el doctor Quatermass, afortunado híbrido entre la fantasía científica y el terror. En los 60 la Hammer nos regaló películas de la talla de "Frankenstein Debe Morir" o "Drácula, Príncipe de las Tinieblas", ambas de Terence Fisher, o "Drácula Vuelve de la Tumba", dirigida por Freddie Francis, destacado también como director de fotografía, y quien durante décadas quiso realizar un film sobre Edgar Allan Poe, que nunca pudo financiar (¡Que lástima! Cuanto dinero invertido en cine basura podría haber servido para materializar un proyecto así...). Pero no sólo los monstruos revividos del terror gótico nos estremecieron gracias a la inglesa Hammer. En 1967 se estrenó "Una Tumba a la Eternidad" ("Quatermass and the Pit"), la tercera entrega de la saga del doctor Quatermass y una de las mejores cintas del cine de terror cruzado con la ciencia ficción. Durante la construcción del tren subterráneo en Londres, es descubierta una nave espacial de 5 millones de años de antigüedad. Y el mal que viajaba en ella se despierta, revelando un macabro secreto sobre el origen de la raza humana. Film estremecedor y de clara inspiración lovecraftiana, que fue homenajeado en otra de las mejores películas fantásticas de todos los tiempos, la versión de John Carpenter de " La Cosa del Otro Mundo" de 1982, cuya secuencia final es un tributo al cierre de la película de la Hammer, donde los protagonistas no saben si realmente destruyeron a las fuerzas malignas que amenazan al planeta. (Dicho sea de paso, el final apocalíptico de "Lifeforce" con una ciudad de Londres destruida por la contagiosa e incontrolable furia extraterrestre, también puede leerse como inspirado por "Una Tumba a la Eternidad").

A la tenebrosa sombra del éxito de la Hammer, otras productoras siguieron el camino a ambos lados del océano Atlántico, y algunas dignas de mención son la Amicus, la AIP o la Planet. En ellas participaron directores de la talla de Terence Fisher o de Francis, o el maestro de los escalofríos y el cine clase B, Roger Corman. Aquí podríamos mencionar las películas de varios episodios como "El Doctor Terror" o "Las Tijeras del Diablo" (esta última con guión de Robert Bloch), ambas producidas por la Amicus y dirigidas por Freddie Francis; o " La Isla del Terror" de Fisher, producida por Planet, donde unos monstruos engendrados por la ciencia, los Silicatos, (criaturas cuyo diseño es una especie de versión orgánica de las mantarrayas marcianas de " La Guerra de Los Mundos" de George Pal) asolan a la población de una isla, defendida por un puñado de héroes encabezados nada menos que por Peter Cushing. De la AIP no podemos dejar de mencionar el ciclo de Edgar Allan Poe, dirigido por Roger Corman, y donde debemos resaltar sus versiones de " La Caída de la Casa Usher" o " La Máscara de la Muerte Roja", y la cinta "El Palacio Encantado", que de Poe sólo tiene el poema y la atmósfera, pero que es una adaptación nada de despreciable (otras si lo han sido, por desgracia) de un relato del Ciclo de Cthulhu de H. P. Lovecraft: "El Caso de Charles Dexter Ward". De Corman también es más que destacado su alucinógeno film "El Hombre con Visión de Rayos X", una película absolutamente de culto.

Otras cintas a reseñar de la década son las incursiones en el terror de las primeras películas de Roman Polanski: por ejemplo, "Repulsión", cinta que estremece con la perturbadora actuación de Catherine Deneuve, o la joya del cine satánico "El Bebé de Rosemary", con Mia Farrow y producida por el ingenioso artesano del miedo William Castle. (En los años 90, Polanski volvería a incursionar en la temática del satanismo con "La Última Puerta", pero esta vez con un tono abiertamente apologético y gozoso). No podemos olvidar tampoco un par de largometrajes de ciencia ficción emparentados con el cine terrorífico, y más particularmente con el subgénero de los niños diabólicos: nos referimos a los pequeños, y no por ello menos temibles, extraterrestres de "El Pueblo de los Malditos" (dirigida por Wolf Rilla) y su secuela "Los Niños Malditos", de Anton Leader. Ambas películas inglesas están inspiradas en una novela de John Wyndham, autor además del "Día de los Trifidos", que también fue adaptada al cine en Inglaterra. "El Pueblo de los Malditos" cuenta con un excelente remake de John Carpenter, filmado en 1995.

No hemos pretendido ser exhaustivos en esta breve reseña, sabemos que más de una joyita de lo bizarro se nos ha quedado en el tintero. Pero lo que queríamos destacar es la fuerza del cine de terror en los años 60, donde se da algo que muy bien señalaba un fan en uno de los tantos sitios dedicados a este entrañable género; no se trata sólo de que una cinta provoque un salto en la butaca, sino de que el miedo esté en la historia misma, en las implicaciones del argumento, en los horrores que nos acechan detrás de lo cotidiano. A eso le llamamos madurez. Y no podemos olvidar que la década se cierra con "La noche de los Muertos Vivos" de un joven George A. Romero, película gore filmada en blanco y negro, donde los protagonistas no sólo deberán luchar contra el hambre homicida de los muertos que caminan, sino contra la más oscura maldad de sus congéneres con vida, si es que puede llamársele así al "way of life" que nos propone, ya desde esa época, la sociedad de consumo capitalista.

Y nos queda más que claro que las novísimas cintas de miedo de consumo rápido (muy bien envueltas en efectos digitales y pop-corn), junto con muchas otras mercancías actuales, ya no tienen la misma calidad de las de antes, porque la línea del progreso ascendente en el arte y en el capitalismo, no existe.


Miguel Acevedo M.


domingo, 23 de enero de 2011

Sobre Lovecraft




El año pasado se cumplieron 120 años del nacimiento del soñador de Providence, H. P. Lovecraft (1890 - 1937). Aprovecho entonces de republicar aquí este texto, que apareció por primera vez en Bblogzine (ver los enlaces de este blog).




H.P.L.por Miguel Acevedo.



Por allá en 1982 , cuando tenía 15 años, un amigo me prestó una revista Bravo donde, en medio de imágenes de mujeres desnudas, me encontré con un artículo que se llamaba "Lovecraft, el profeta del Horror Sin Nombre" * . Era la primera vez que oía hablar de este escritor norteamericano, y al leer la reseña en cuestión quedé hechizado con el horror cósmico, los mitos de Cthulhu y el círculo de H. P. Lovecraft. Pensé que me encontraba en el umbral de algo realmente estremecedor. En esa época no había internet ni librerías especializadas en literatura fantástica o cómics, así que se dilató bastante mi lectura de los cuentos del profeta de Providence. En la avenida San Diego o en la Librería Chilena me compré novelas de Stephen King; gracias a la madre de un amigo, profesora de castellano, leí el potentísimo Edgar Allan Poe; descubrí a Arthur Machen ( ¡ Maestro ! ), y de pronto, a fines de 1983, en los archivadores de la Biblioteca Pública nª 4 de la calle dieciocho, encontré un puñado de libros de H.P.L. Así, en una mañana de descubrimiento y horror, leí "El Color que Surgió del Espacio", y luego "El Llamado de Cthulhu", que siguen siendo para mí dos de los mejores cuentos que he disfrutado. Luego, y por consejo de una señora que atendía en la sala de lectura de la Biblioteca, me hice socio y así pude leer selecciones de cuentos como "El Color que Cayó del Cielo" de la Minotauro, o "La Tumba". También me topé con las adaptaciones en cómics de varios cuentos de Lovecraft realizadas por el dibujante uruguayo Alberto Breccia, y descubrí a los amigos entrañables del padre de los primigenios: leí a Robert Bloch, a Frank Bellknap Long. Mucho tiempo después descubrí a Robert Howard, a Clark Ashton Smith o a Ramsey Campbell, y ya en la década de los ´90 leí volúmenes de cuentos capitales para acercarse al corpus lovecraftiano, tales como "Los Mitos de Cthulhu", recopilado por Rafael Llopis, o el libro de la editorial Edaf llamado "El Museo de Los Horrores", donde están las colaboraciones de Lovecraft con otros autores, debido a su trabajo de corrector de estilo o escritor fantasma. Claro que no todo ha sido escalofríos o goce estético; también por seguir los senderos que llevan a Arkham, Dunwich o R´lyeh, a los altares olvidados en las montañas y las tormentas, me he encontrado con cuentos mediocres como los escritos por August Derleth ( a quien en todo caso siempre habrá que agradecerle por la labor de difusión de los textos de su maestro, gracias a Arkham House ), o he sufrido con antologías como el supuesto homenaje al centenario de Lovecraft que tradujo al español la editorial Martínez Roca, me refiero al volumen titulado "El Legado de Lovecraft", del cual, eso si, hay que rescatar una que otra joyita, como las narraciones "H.P.L." de Gahan Wilson, o "Los Papeles de Helmut Hecker", escrito por Chet Williamson. Hoy en día, uno puede explorar en internet, ir a librerías especializadas, o comprar ediciones baratas o lisa y llanamente piratas, pero en los años ´80 era una proeza juntar los pesos, recorrer las calles controladas por la dictadura militar y encontrarse con algún cuento de Lovecraft en, por ejemplo una colección como las "Antologías de Relatos de Espanto y Terror" de ediciones Dronte, y disfrutar con las promesas de cultos prohibidos y abismos en el tiempo y el espacio, salidos de la pluma de un escritor maldito que nunca tuvo el reconocimiento que se merecía en vida.



Actualmente, el periplo de mis lecturas está un poco alejado de las costas de la literatura de ciencia ficción y el horror, no por prejuicios ni porque considere con petulancia que son "géneros menores", sino por una cosa de intereses estéticos y personales. Pero cada vez que puedo, vuelvo a acercarme a Lovecraft u otros autores de su círculo, y camino de nuevo por los bosques tenebrosos, miro el mar de noche, poblado por monstruos horrendos, y escucho las "canciones que cantaban los demonios al precipitarse más allá de las regiones estelares", como dice Robert Bloch en "El Vampiro Estelar".


*Revista Bravo Nª 1, año 5, 1981. El artículo lo escribió Manuel Alejandro Vega. Además en este ejemplar viene un interesante ensayo de José Román sobre la imagen de la mujer en el cine.

domingo, 16 de enero de 2011

CAMPOS DE BATALLA


URBANO

Qué ciudad, exclamaron él, ella, ellos. Que ciudad más paupérrima, dijeron, caminando por calles largas como las tres de la tarde, llenas de tarros de basura y perros flacos ladrándole a la realidad de las sombras. Que ciudad más alegre, cantaron, entrando a locales con juegos de video o yendo a fiestas en jardines techados o sin más techo que el parrón bajo la luna sosteniendo al resto de la noche. Que ciudad más bella, musitaron, convertidos en una pareja. El, de pantalones oscuros y corbata burdeo; ella, con un escotado vestido negro, mirándose sobre las copas y sentados en un mullido sillón, envueltos en la música del equipo cuadrofónico en el último piso de un lujoso edificio, mientras por la acera pasaba un muchacho iluminado por los postes de luz, reprimiendo las lágrimas, pensando que su mejor amiga sólo era eso, y su novia la silueta de un fantasma visto en el espejo.



LOS PLANOS QUE CRUZA UN POEMA
Al fondo del reloj
en su esfera
se ve el brillo de las estrellas
y de las avenidas
con sus aceras y casas
apuntando hacia el mar
donde desembocan.
El mar como una gota
como una línea azul de horizonte
más allá del arco de la arena
la playa
donde está un hombre leyendo un libro
las letras del libro
este poema.

LA NOCHE DE LOS MUERTOS VIVIENTES
Cuidado, Bárbara.
Visitar con tu hermano el cementerio
un día de agosto de 1989
puede ser una mala idea.
Mala para tus nervios
y para tu hermano.
Quizá sea buena
para que veas el lado oscuro de las cosas
expuesto a pleno día
e inundando la noche.
Aprenderás
que hay que rematar a los muertos
y odiar a muchos vivos.
Y cuando veas
a la luna atravesando el cielo
como una daga
apuñalando la espalda,
el silencio será tan grande
que podrás oír los vagos pensamientos
de los muertos que caminan allá afuera.


Y SI DE PRONTO...
(para mi amor, Ximena)

Y si de pronto
un planeta inmenso
cayera hecho astillas.
Si en un segundo
frente a Valparaíso
emergieran del mar todos los amores populares
naufragados en esas aguas.
¿Qué hacer?
Sólo tantear con mi mano
para saber que estás junto a mí,
en la cama.
Y si no estás no puedo reprimirme.
Lo único que queda
es correr hacia tu casa,
cruzar la noche
en medio de fiestas absurdas
y adolescentes borrachos
-como islas-
en las calles semivacías.



La Vastedad Urbana
El señor Ferrández salió de su casa y caminó hasta el paradero. Ya en el bus, fue todo el viaje mirando los edificios de la ciudad de Santiago. Una hora tardó en llegar a la costa. No vio bosques, sólo los cerros perforados por los puentes, las carreteras y las estaciones del metro. Cerca del mar, paseó por la costanera, consciente de que ningún pez había bajo las olas. Cuando niño, había conocido el campo y los gorriones. Ahora solamente podía recordarlos. Y pensó cuanto quería verlos. No en fotos ni en otra clase de registros. Verlos de nuevo, recorriendo las calles, al atardecer.

Miguel Acevedo

sábado, 15 de enero de 2011

A pedido

Amo tu sonrisa cada mañana
eres un gran enigma para los demás
pero para mí, eres tan claro y diáfano
que iluminas nuestro camino.

Hace tantos años que te vi por primera vez
me quedé suspendida por un instante
tuve la certeza que estaríamos juntos
cuántos años pasaron para desafiar la historia? Ni se lo imaginan….

Lo logramos a pesar de todo, lo logramos
no me canso de repetir tu nombre, amar tus locuras,
sostener tu cuerpo cuando el camino se pone difícil
Estoy contigo así simplemente, sin drama ni tragedias,
pondré ahora mi cabeza en tu hombro para descansar un minuto y repetir
amo tu sonrisa y nuestros sueños.

@gata

HABLA TAMBIÉN TÚ

Habla también tú
sé el último en hablar,
di tu decir.

Habla-Pero no separes el No del Sí.
Y da a tu decir sentido:
dale sombra.

Dale sombra bastante,
dale tanta
cuanta en torno de ti tú sabes extendida entre
medianoche y mediodía y medianoche.

Mira en torno:
cómo alrededor se hace viviente
¡En la muerte! ¡viviente!
Dice la verdad quien dice la sombra.

Pero se estrecha ahora el lugar donde estas:
¿adónde ahora, despojado de sombra, adónde?
Asciende. Tanteante, asciende.
Te haces más sutil, más irreconocible, más fino.

Más fino: un hilo
por el que quiere descender la estrella
para abajo nadar, al fondo,
donde se ve brillar: sobre móviles dunas
de palabras errantes.

PAUL CELAN
(De "Umbral en umbral" 1955
Versión de José Ángel Valente.)

viernes, 14 de enero de 2011

Le dicen poesía...

Le dicen poesía y lo escriben en las calles, lo recitan en los bosques, lo dicen junto al mar en la noche. Le dicen poesía cuando un acto ya no es medido en términos de racionalidad o efectividad, pero igual tienes que hacerlo, no como un "saludo a la bandera", sino como una necesidad que te sale de adentro...
Además que la única bandera que vale la pena es la poesía que va más allá de las hojas impresas o manuscritas...
Unos le dicen poesía, otros le dicen locura, y otros la clasifican y le llaman prosa, comedia, tragedia, lírica, épica, y lo recitan de memoria y pomposamente en disertaciones que se supone son clases, o cátedras... pero la poesía no se puede reducir a ninguna clasificación ni taxonomía, no se puede encerrar en ninguna cátedra, a menos que sea escrita subrepticiamente en los pupitres, en los baños, en las paredes, escrita, rayada, o un graffiti como le dirían ahora, en estos años llenos de anglicismos y neologismos, que tan caros son a los siúticos de siempre.
Le dicen poesía aunque no se escriba en verso, y no respete ninguna métrica, porque lo único que la puede contener es el verso libre, libre incluso de la propia literatura (entre los surrealistas del impulso original, "hacer literatura" era una acusación, un crimen...).
Le dicen poesía, y en su nombre vamos a abir otro blog más, entre millones que saturan el ciberespacio, la internet.
Aquí vamos con esta andadura.
Le dicen poesía...

The outsider

Por lo menos en cuatro ocasiones, estuvo a punto de ser publicado por editoriales profesionales un libro de cuentos de Lovecraft durante su ...